Tuber aestivum es popularmente conocida como trufa de verano. Se trata de un hongo hipogeo que nace enterrado en la tierra con color exterior negro y recubierto de verrugas piramidales e interiormente marrón claro con el singular veteado blanco que caracteriza a la mayoría de las trufas.

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Su forma es más o menos esférica, irregular, arrugada y de aspecto y textura verrugosa.

Su tamaño es muy variable, habiéndose encontrado ejemplares de gran tamaño, siendo una trufa que tiende a ejemplares de mayor tamaño que Tuber melanosporum.

La época de recolección se extiende desde mayo hasta julio, alargándose la temporada si las condiciones son las adecuadas. 

 Aunque comparte hábitat con Tuber melanosporum, su capacidad de adaptación es mucho mayor y se puede encontrar colonizando ecosistemas muy diversos.

Se asocia a especies autóctonas del género Quercus como encinas, robles, coscojas, etc. Con ellas, establece simbiosis micorrícicas de cuya unión se obtienen las trufas.

Admite suelos muy compactos y arcillosos. Generalmente la encontramos en exposiciones muy soleadas y en suelos calizos. Se localiza a poca profundidad y puede agrietar la tierra, delatando su presencia. A veces crece totalmente superficial, debajo de la hojarasca.

                                   

 

De aroma profundo y sabor suave, se trata de una trufa que marida estupendamente con diversas elaboraciones como pastas, pescados y tortillas y con platos más veraniegos como las ensaladas, dotando de un toque distintivo al plato.

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Lomo de cordero confitado y rustido al horno con zanahoria y trufa de verano.